Aceites esenciales para el apoyo emocional.

¿Te encuentras a merced de tus emociones? ¿Te es difícil salir de un estado emocional negativo? ¿Te sientes atraído por el vórtice emocional de quienes te rodean? ¿Te encuentras repitiendo patrones emocionales negativos, aunque tu intención sea hacer lo contrario? ¿Tus emociones parecen estar más allá de tu control?

¿Sabes cuánto dura una emoción?

La neurociencia, demuestra que la duración de una emoción en el cuerpo y en el cerebro es de solo 90 segundos. Las sensaciones (como el incremento de adrenalina, el calor interno que nos quema, la presión en la garganta, el aumento de los latidos del corazón y la subida de la presión sanguínea) se manifiestan, alcanzan un punto máximo y luego, poco a poco se disipan por sí solas.

¿Haz experimentado alguna vez una emoción que dure solo 90 segundos?

Lo que mantiene las emociones vivas es la historia que nos contamos a nosotros mismos, sobre lo que me gusta o lo que me disgusta. O de cómo deberían ser las situaciones, o como debería haber sido el comportamiento de estas personas hacia mí. Asociamos un concepto a esta emoción y lo guardamos en nuestra memoria.

Cuando nos acostumbramos a sentirnos mal (tristes, enojados, ansiosos, avergonzados), las vías neuronales que corresponden a esas emociones se fortalecen, funcionan como una autopista cerebral. Por tanto, es más fácil que esas emociones, y las historias asociadas con ellas, se activen y fortalezcan.

La meditación y el mindfulness nos dicen que seamos el testigo de la emoción.

El “Observar” la emoción, no quiere decir que tengamos que darnos cuenta de nuestro estado de emocional. Va mucho más allá. Es tomar consciencia de cómo la emoción se expresa en el cuerpo, sin dejar que la mente se aferre a esta. Es observar como las sensaciones se manifiestan en el cuerpo, de la misma manera que un espectador ve una obra de teatro. Él ve toda la trama, pero nunca es parte de ella.

La frase: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Es completamente cierta. El sufrimiento por lo general, no lo podemos ver como algo opcional, porque generalmente no somos capaces de identificar cuales son los pensamientos que lo están causando.

¿Se pueden confundir las sensaciones fisiológicas con una emoción?

Los sistemas de nuestro cuerpo, funcionan por sí mismos. Existen numerosas razones para que el latido del corazón se acelere, para que nuestra cara se enrojezca, que nuestros músculos se tensen, y que la presión arterial suba o baje. En algunos casos son sensaciones agradables o desagradables.

Debido a que la mente siempre esta creando nuevas historias, a menudo podemos interpretar las señales de nuestro cuerpo como emociones, cuando en realidad son solo procesos fisiológicos que se manifiestan en nosotros. Podrían pasar desapercibidos si no los llegamos a asociar a una historia.

En mi experiencia personal me hice consciente de este hecho con mucha claridad, durante mi embarazo. Al estar en un mar de baile hormonal y al mismo tiempo al llevar una práctica intensa de yoga y meditación, pude darme cuenta cómo ciertos alimentos me agitaban y otros me calmaban. Lo que ocurre por lo general es que cuando las emociones surgen sin ninguna razón, la mente intenta darles respuesta y esto conlleva a generar una serie de sub emociones que están relacionadas con la primera.

Cuando tenemos estas sensaciones fisiológicas, nuestra mente quiere asociarlas a una historia; y existe una tendencia de responsabilizar a algo externo de nuestras emociones. Pero nuestras emociones se basan básicamente en nuestros pensamientos sobre una situación, no en nada que otra persona diga o haga.

Según el escenario que presenciemos, sean las hormonas, sea el estado del tiempo, sea la comida, sean los aromas etc. Debido a que los cambios tienen su origen en la fisiología y no en la emoción en sí misma, no están necesariamente limitados a 90 segundos. Debido a que estos se basan en algo que está fuera de nuestro control, tenemos que practicar él tomar distancia y como si se tratase de un entrenamiento, retroceder una y otra vez.

¿Cuál es la solución?

Las investigaciones demuestran que estar en contacto con la naturaleza reduce este acto de rumiar. Los elementos de la naturaleza al igual que las esencias de la plantas nos pueden ayudar a encontrar esos espacios de silencio mental. Ya que en la naturaleza hay un silencio externo que nos lleva a nosotros a un silencio interno.

Reorientar la mente y los procesos neurológicos que estén asociados. Debemos redireccionar estas autopistas cerebrales y poco a poco ir desapegándonos de la historia mental. Pensar mucho en la fuente del dolor hace que este se mantenga vivo. Es como el acto de rumiar, se crea un bucle sin fin de pensamientos que mantiene vivo los sentimientos en el cuerpo.

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